viernes, 15 de abril de 2011
jueves, 14 de abril de 2011
¿Me regalas un libro... digital?
Cuando una piedra se arroja sobre el agua el efecto que ello produce es conocido. Se generan círculos concéntricos que van dibujándose sobre la superficie en la que cayó el objeto. Esa es la imagen que tengo últimamente cuando participo de disertaciones sobre la web, el mundo virtual, la cultura digital.
Mientras se analizan los fenómenos que van sucediendo en el mundo virtual, éstos no se detienen. Por el contrario, continúan con su vertiginoso ritmo de expansión copando cada día nuevos espacios en los que desarrollarse.
El ejemplo que se utiliza como caballito de batalla para observar los fenómenos digitales, virtuales y de avances tecnológicos es el libro. Hay estudios realizados por científicos que indagan sobre los fenómenos que se producen en el cerebro cuando ponemos atención en la pantalla, sobre los tiempos máximos que resiste nuestra atención, sobre cómo se escribe para la web, etc. Pero poco aplicamos esos conocimientos y poco revisamos el sistema educativo imperante, que también exige cambios (ver video).
Un nuevo desafío para poner a prueba estas evoluciones en el mundo de la industria editorial se vivirá el próximo 27 de abril en Madrid. En dicha jornada se celebrará la sexta edición de La Noche de Los libros. Este 201 bajo el lema “¿Me regalas un libro?” se realizarán diversas actividades, pero se estrenará una nueva sección especial a través de la red.
Estas actividades en el mundo virtual coincidirán con las del espacio físico. El puente que unirá ambos espacios serán los nuevos canales de comunicación 2.0 (redes sociales, blogs, Twitter, etc.). Esta novedad en la Noche de los libros será desarrollada por el observatorio de nuevas tecnologías en el sector cultural de la empresa Dosdoce.com.
Esta digitalización de La Noche de los libros, no solo acercará a la feria a todos aquellos que por algún motivo no puedan participar in situ, sino que además permitirá vivir las consecuencias de los avances en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación aplicadas al mundo editorial. Facilitará la disolución de esos círculos concéntricos de elucubraciones y abrirá canales donde experimentar el nuevo escenario virtual.
Es fundamental la teorización sí, pero más aún la experiencia. Para no usar otros ejemplos, no sabríamos las consecuencias de lo que genera una piedra al caer sobre el agua si no la arrojásemos.
Información complementaria
miércoles, 13 de abril de 2011
El soporte es la cuestión
Hace un par de semanas varias disertaciones de las que participé pusieron el foco en el libro electrónico. Las diversas posiciones que de él tienen las grandes editoriales, los escritores y los usuarios. Algunos observan el fenómeno de reojo alentando la aventura de pelear para que el libro -en su soporte físico más tradicional- se mantenga. Otros en cambio aventuran su futura desaparición o transformación hacia formatos donde los conceptos de página, hojas, lectura son diversos.
Hoy existe una crisis conceptual planteada entre las bondades y los factores negativos del libro en soporte digital. Esta dicotomía no es nueva. Se ha manifestado a lo largo de la historia. Los cambios dados en este contexto son la huella que evidencia esta idea.
El debate lleva varios años y urge un salto al vacío para trascender las discusiones sobre sí es o no una realidad rentable, aceptable, benéfica. El libro digital existe. Los conceptos en torno a él son material de libros, tesis, disertaciones. La realidad ya exige un paso más. Exige avanzar hacia la aplicación de esas ideas y aceptación de que no necesariamente son antagónicas, sino más bien complementarias.
La riqueza de un libro digital ofrece una experiencia especial al lector y también a su autor. Eso no va en desmedro del placer que tiene el tomar el objeto libro e introducirse en su universo, viviendo otra experiencia ante la lectura y escritura. Quizás la dualidad digital vs. físico en torno al libro no debería enfocarse tanto en el soporte, sino en las maneras en las que se ofrecen los contenidos en uno u otro formato. Es en ese punto donde hace falta reflexión. Sobre todo reflexión y aplicación desde la cultura.
martes, 12 de abril de 2011
Obsolescencia programada vs laboratorios culturales
Consuma, consuma, consuma. Use y tire. Hace un par de semanas miré en Internet un documental titulado “Comprar, tirar, comprar”. El trabajo, dirigido por Cosima Dannoritzer, es una coproducción entre Televisión Española, Televisió de Catalunya y Arte France que deja en evidencia una de las principales consecuencias de la sociedad actual: la pérdida de valor.
El hilo conductor para dejar en evidencia esta idea es la obsolescencia programada de los objetos. Una investigación de casi tres años demostró sin embargo que la manipulación mediática y de las grandes corporaciones para incidir en la conducta y decisiones de consumo de la mayoría de la ciudadanía no es fenómenos recientes. Para argumentarlo demostraron que ya desde finales del siglo XIX existía este tipo de manipulación tecnológica.
Thomas “Edison puso a la venta su primera bombilla en 1881. Duraba 1.500 horas. En 1911 un anuncio en prensa española destacaba las bondades de una marca de bombillas con una duración certificada de 2.500 horas. Pero, tal y como se revela en el documental, en 1924 un cártel que agrupaba a los principales fabricantes de Europa y Estados Unidos pactó limitar la vida útil de las bombillas eléctricas a 1.000 horas”, según se lee en la sinopsis del documental. Actualmente las horas de vida de una bombilla de luz varían dependiendo si ésta es de bajo consumo o de incandescencia.
Aunque en principio parece, el trabajo audiovisual no dibuja un escenario catastrófico, en el que toda innovación está vinculada a la manipulación de masas. Apela a los movimientos (cada vez mayores) que surgen en distintos puntos del mundo que rechazan ese modelo y generan nuevos con características colaborativas, que refuerzan las ideas de una sociedad del conocimiento.
Esos espacios donde confluyen tecnología, cultura y educación son ejes de fenómenos sociales que emergen como alternativas a la hegemonía de los poderes (políticos, económicos, corporativos). Son células sociales que permiten encauzar las ideas, extrayendo su potencial dinámico y transformador. Las fábricas e industrias culturales, los laboratorios de ideas e incluso el turismo del conocimiento son rasgos de identidad de estas nuevas “tribus” nacidas en la era de la sociedad de la innovación.
lunes, 11 de abril de 2011
Cada espacio con sus tiempos y lenguajes
La inmediatez es uno de los principales signos de identidad del siglo XXI. Ya es cotidiana la velocidad para contactarnos con puntos alejados en instantes y llegar a los lugares más recónditos del plantea -e incluso más allá de él- en cuestión de horas. En la aldea global el tiempo se percibe alterado por un cúmulo de factores que tienen un punto en común: los avances tecnológicos aplicados a todas las disciplinas de las ciencias.
En ese contexto, los modos en los que sentimos, percibimos y analizamos el mundo que nos rodea están cambiando. Las maneras de aprender e interpretar también. Hemos pasado de concebir un mundo en equilibro, a romperlos con nuevas lógicas que llegaron con la revolución industrial, y avanzaron a partir de allí. Desde entonces se registra un cúmulo de crecimientos y evoluciones cuyas leyes sucumben en nuestros días ante una crisis global.
Con la mirada puesta en este enfoque surge el debate sobre nuevas realidades materializadas y definidas bajo los conceptos que encierra la idea de un mundo virtual. En ese mundo (que ya no es el futuro sino un presente palpable) vive y se desarrolla la cultura digital. En el marco de un análisis sobre este tópico, donde se exponen planteos orientativos a provocar un aluvión de observaciones y remover viejas estructuras que
provoquen una crisis, y por consiguiente un cambio, la paradoja se hace presente.
Cada tiempo ha tenido sus maneras de provocar las crisis. Así como cada tiempo ha sabido potenciar y acomodar sus lenguajes para poder convertir convulsionados momentos en la historia en oportunidades de cambio. Estas ideas de transformación, que pueden aplicarse sin más a las realidades sociales como a las personales, se muestran con fuerza e ímpetu en la dialéctica entre el mundo virtual y el físico. Es un hecho que la tecnología en muchos casos ha roto barreras y en muchos otros ensanchado las brechas entre los que tienen acceso a esos avances y los que no.
Para sortear esas distancias, la cultura -entendida como fenómeno complejo y rico, como vía de educación y evolución-, ha de desarrollarse e imbuirse también de la virtualidad del mundo digital. Pero esta realidad virtual, sin ser antagónica con el mundo analógico, no puede entenderse sin interpretar y respetar sus lenguajes. No resulta positivo aplicar al espacio virtual los métodos, códigos y lenguajes que utilizamos en el mundo físico. El cerebro reacciona de distintos modos.
Una clase dictada en un aula puede ofrecer herramientas como el audio, el video y otros instrumentos multimedia y no por ello ser catalogada como virtual. Un esquema inverso se aplica al mundo digital. Al enfrentarnos al tema no podemos simplemente sentarnos ante el ordenador y presenciar una clase virtual utilizando la misma pedagogía que en un aula tradicional. Más allá de que se apliquen o no herramientas propias del mundo virtual, el mundo digital existe, crece y exige que se aprendan y se apliquen sus leyes. La cultura digital, como un fenómeno afianzado en muchos y emergente en otros, también.
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